lunes, 6 de julio de 2009

¿De qué salvajismo hablamos?


La norma que aprueba la ley forestal y de fauna silvestre no fue la causante de tantas vidas perdidas en la amazonia de un “democrático” Perú. Se dice no hay que temer al perro, hay q temer al amo- y puede ser un dicho que desencaje en este contexto- pero la ley pasó a ser la mascota del estado, de los que crean y manipulan como se les da la gana, sin difundir los alcances de este decreto, sin consultar la opinión de los que debieron participar, al fin y al cabo, sin democracia, de la que sólo hacen alarde en sus campañas políticas.





En el Perú la democracia pareciera sólo existir en gritar a los cuatro vientos libertad de prensa y en el discurso político-conmovedor de los próximos a jugarse el sillón presidencial, el curul o cualquiera que sea el cargo que implique el poder. Pero, ¿sólo de eso trata la democracia?, ¿En criticar a un controvertido Chávez o Evo y afirmar lo afortunados que somos de no vivir en un país de régimen dictatorial?. Ni siquiera eso, si preguntamos cómo fueron tratados los comúnmente llamados nativos, las respuestas están sumergidas en una fuerte carga dramática.


Bien se sabe que la explotación de los recursos naturales propios del Perú benefician al país entero pues trae consigo el incremento del PBI, y por ende una mejor calidad de vida para todos los peruanos – eso si se piensa en los peruanos como un todo, hasta de los lugares más remotos del país - es válido, pero creo también que para lograr las metas, hay ante todo una estrategia, y es la que dejò mucho que desear, ante la fuerza bruta de este lamentable y alto costo social.


En respuesta a ello, el responsable actual del país no dice mucho, se limita a decir que estos “ciudadanos no son de primera clase” para discutir a cerca de decisiones de estado y son llamados terroristas por no dejar se incremente la economía peruana, por matar con salvajismo a nuestros héroes nacionales, por tener una negativa ante la disposición establecida, ¿y que hay a cerca del salvajismo practicado con los nativos y con éstos héroes nacionales?


Como bien lo dijo algún familiar que aun no acababa de entender la actuación del estado, màs que llamarlos héroes podrían llamarse mártires, enviados a mantener el orden de aquellos cegados por la ira y la decepción, una misión imporsible de lograr, enviados a morir por la nada, y olvidados con el paso de los días. Lo mismo de los nativos, despojarlos como animales por hablar un dialecto casi desconocido, por vivir aislados y no servir mucho a la sociedad pues no se trata de “ciudadanos de primera clase”.

¿Es esa la opinión que tiene el presidente de un país pluricultural? Pareciera que no tiene bien puesto los pies en la tierra y sòlo le importa su opinión y la de aquellos de su clase. Es esa la democracia que se practica en el país, donde el más débil nunca importa, lo que importa es su voto a favor para que otros hagan y desagan a su voluntad.


Aquí el único que olvida es el estado. Olvida la calidad de vida de ésta gente, que son tan peruanos como cualquiera, como olvidó visitar los diversos departamentos de influencia con la participación de los apus y dirigentes; y haber convertido a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) como el único interlocutor representativo de los grupos amazónicos.El costo hubiera sido menos ante la pérdida de muchas vidas humanas.


La intolerancia e intransigencia son el peor enemigo de la modernidad, una modernidad basada en el diálogo y la paz, de crecer no sólo en economías, sino también, en calidad humana, y no adoptar posturas retrógradas de querer impornerse ante los demás, creerse mejor por el color de piel, el poder adquisitivo o la suficiente verborrea, porque al final, los resultados fueron devastadores para el país.




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